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24 junio 2010

Licencia de Jueves

Instrucciones de uso: Es ALTAMENTE recomendable ver el corto primero, y leer las explicaciones después.






La historia…
A principios del año 2009, decidí por primera vez en mi vida, escribir mis propósitos de año nuevo. Entre los mismos incluí seguir fumando. Esto, debido a la crucifixión mediática que se ha hecho de nos los fumadores, de manera desencarnada y latamente politizada. Me rehúso a que mi calidad (y mi cualidad) moral sean puestas en tela de juicio por el simple hecho de fumar. Ahora saca uno un cigarro y es peor visto que ponerse una borrachera de órdago en una fiesta familiar.
El caso es que mi hermano se encontraba en Suiza en aquellos momentos, y a él, su mujer y un amigo les pareció cómico mi escrito de “Me quedo contigo”, y fueron sus risas las que llamaron la atención de sus anfitriones quienes pidieron ser partícipes de la gracia. Enrico, interprete de esta pieza, tradujo a la perfección mientras leía, provocando un silencio solemne en el lugar, pues el poder del lenguaje del amor, había tomado posesión de mis líneas y les había dado un nuevo vuelco, si no semántico, al menos sí de manera sonora. Mi inquieto y cineasta hermano, no pudo sino menos que salir, inspirado por el paisaje y regalarme su visión de mis letras.
El corto, tuvo una CORTA vida por los festivales de cortometraje, debido a que en ninguno se le aceptó por su texto y contenido “políticamente incorrecto”, si señores, en este mundo de apertura, usted puede filmar desde una felación hasta un acto de pederastia; desde un bombardeo en Irak, hasta varios perros destazándose, pero eso de andar incitando a la gente a seguir fumando, es de muy mal gusto.
Pero ese es mi gusto.
Liberado ahora de las cargas festivaleras y con el alivio de que no pesan expectativas sobre sus hombros, les regalo este “cadáver exquisito”.

Por Mara Jiménez

21 junio 2010

Let(r)anía Lúdica

por Ivanius

Ni me azoto ni me agüito

en el afán de gustarme:
a ese rostro del espejo
diario le gusta asustarme.

Si me enseñan, algo aprendo;
si critican es que saben.
Si me aplauden, lo agradezco;

que sea bufo es un detalle.

Mi única idea sigue siendo
que hay que seguir divirtiendo.
Basta que algo a mí me guste
para continuarlo haciendo.

Pienso, leo, escribo, insisto.
Algo habrá qué reprocharme:
que con terquedad de mulo
me divierta disfrutarme.


"Let(r)anía Lúdica". Poema de Ivanius. Texto: © ChanchoPensante.com. Imagen: "Keying Up -The Court Jester", de William Merritt Chase (1849-1916), en Wikimedia Commons.

17 junio 2010

El desliz

Foto del autor

Por Canalla

Erika y Daniel no se contaban a detalle las partes vividas cada día por separado. Aunque sumaban siete años casados sin guardarse secretos, tal avenencia resultaba de una mutua confianza: sólo si algo relevante podía afectarlos se lo comunicaban, decidían juntos. Lo que a otras parejas tanto les costaba a ellos los libró de malos entendidos. Así superaban la prueba del tiempo y seguían estables.
Por eso cuando lo oyó tocar la puerta, luego de ir a correr como todos los sábados, Erika dispuso esperar sólo a que se refrescara un poco, y luego de desayunar se lo diría. A una semana de ocurrir no lo estimaba grave, pero tampoco algo que la enorgulleciera, menos si no era capaz de confesarlo. Amaba a Daniel como el primer día y no permitiría que su desliz la hiciera sentirse hipócrita por siempre.
Días atrás los visitó Roberto. El mejor amigo de ambos. Terminada su carrera no habían vuelto a verse. Cuando ellos comenzaron a vivir juntos luego que Daniel entró a trabajar Roberto se fue del país, tan guapo y seductor como siempre, con una holandesa que días antes conoció en la graduación. Se comunicaban de manera esporádica. Hasta el día que anunció su regreso. Sin avisar lo adelantó, aunque igual lo recibieron con gusto, algunas copas y una cena improvisada.
Daniel concluyó a pequeños sorbos su café. Mientras Erika saboreaba, por última vez, el recuerdo de los labios de Roberto: su marido estaba satisfecho, dispuesto a la relajación; eso le dio confianza para pegarse al respaldo de la silla, cruzar los brazos sobre su pecho y acariciarlo, sentirlo sin miedo a lo que vendría. Disipó cualquier otra imagen mental y tomó aire con fuerza. Con esa seguridad ordenó sus palabras buscando no equivocarse.
- Necesitamos hablar, soltó Daniel de pronto con un tono de voz que no presagiaba nada bueno.
Sin esperarlo la obligó a barajar variantes en fracciones de segundo: o esa noche cuando se retiró a dormir y ellos siguieron platicando se lo dijo, o hablaron por teléfono después y Roberto quiso quitarse un peso de encima al amparo de la distancia. Como fuera había que actuar sin dilación.
- Pero antes necesito que me escuches; lo que vas decir puede esperar, lo que he querido decirte toda la semana no, respondió Erika enseguida, resuelta a quitarle la iniciativa.
- No creo que sea así, dijo su esposo algo extrañado, pero manteniendo la calma para no sonar grosero.
- Después de oír me darás la razón. El jueves pasado que vino Roberto aunque creíamos lo haría al día siguiente, no teníamos nada preparado y aún así lo recibimos…
- Ajá, continúa, interrumpió Daniel con los ojos entrecerrados y la taza otra vez llena, su respiración algo agitada tratando de conservarse ecuánime, no verse sorprendido.
- Corriste al súper por el vino mientras metía al horno la pasta y él escuchaba su música.
- Podrías ahorrarte detalles e ir al grano, Erika; si algo quieres decirme, hazlo, murmuró mientras sentía sus fuerzas abandonarlo, anticiparse al desenlace.
- Tú sabes que Roberto me gustaba en la facultad. También, que decidí por ti cuando me di cuenta que es, digamos, ojo alegre; el caso es que lo alcancé apenada por dejarlo sólo, platicamos y, cuando lo tuve cerca, no voy a decir que me besó. Nos besamos. Tampoco mentiré diciendo que no quería hacerlo. Pero puedes estar seguro que tan pronto sucedió nos arrepentimos. Así ocurrió todo, y fue todo lo que ocurrió. Esto no cambia nada entre nosotros, por lo que a mí respecta.
Daniel experimentó un fuerte vértigo y debió apoyarse en la mesa, y sentarse de nuevo a fin de no caer. Era similar y al mismo tiempo tan distinta ésta sensación a la conocida la semana anterior, una charla que ya no recordaba, el aliento de su amigo sobre la nuca, la fuerza de su cuerpo detrás del suyo en silencio para no despertarla que, por primera vez, resolvió omitir algo importante con Erika.
-oooOooo-

10 junio 2010

sístole y diástole

 "(...)Esta cosa estúpida con la que siempre se tropieza uno: no poder amar lo bastante para convencer al milagro..."  (Emmanuel Mounier, Cartas desde el dolor).
 
Yo, que alguna vez, soberbia como soy, me he jactado de tener facilidad para escribir cartas, hoy me sorprendo dudosa sin saber bien a bien cómo empezar esta y si, de hacerlo, debo emplear un querido. Temo que llamarte querido, y el hecho mismo de escribirte, sea un exceso. Eso en el mejor de los casos; en el peor, un acto pueril y absurdo. Pero para ser honesta, más que estas dubitaciones, lo que me inquieta es no estar segura del sentido de este intento epistolar. Aunque, tal vez, lo verdaderamente absurdo sean mis vacilaciones, habida cuenta de la vida que hemos pasado juntos; de las muchas horas ocupadas en hablarte, a veces pausadamente como se hace con un buen amigo; en otras, totalmente contrariada por lo que he considerado tus debilidades o por haber defraudado las altas expectativas que en ti había depositado. Y qué decir de las interminables horas dedicadas a lamentarme, a rogarte que no fueras a quebrarte en aquellos momentos de oscuridad en los que llegué a pensar que si tú te debilitabas, así fuera un poquito, yo no podría continuar. Tantos ruegos, lágrimas y dolores he cargado sobre ti, como si te creyera hecho de un material indestructible. Cuánto he dilapidado tus reservas en el sorteo de mis desasosiegos, dudas y equívocos a la hora de elegir destinatario para mis ímpetus.

En pocas palabras, he sido excesivamente demandante contigo y es momento de reconocer, sin disimulos ni atenuantes de ningún tipo, que por culpa de mis vaivenes emocionales y hormonales te he sometido a duras pruebas, exigiéndote un aguante y una fortaleza que bien sabía (sé), aunque no lo admitiera explícitamente, serían un exceso para cualquiera, más para alguien tan sensible y vulnerable como tú. Si intentara el conteo de todos los daños causados, esta carta sería interminable. Por ejemplo, ahora recuerdo los días en los que creí amar más allá de mis fuerzas (cursi frase y más cursi aún, creer en semejante cosa). Cuántos desasosiegos debí causarte; tantos, como disparates fui capaz de cometer, uno tras otro, llevada, según yo, por los efluvios de mis pasiones. Pasiones que en razón de su vehemente intensidad duraban menos que su recuento, pasando a ser prontamente sustituidas por otra… otra y otra. ¿Quién no se agotaría con semejantes variaciones y exaltaciones? Y sin embargo, es posible que nada te provocara mayores desconciertos y desajustes, que los periodos de calma que sobrevenían tras mis épocas de arrebatos. Cómo entender que al poco tiempo de vivir a salto de mata entre cambiantes y desbordadas emociones, casi de la nada me instalara en una placidez inanimada, bajo el efecto de una especie de anestesia emocional y sensitiva. Cambios de registro tan drásticos que a cualquiera volverían loco y que no cualquiera, por no decir nadie salvo tú, podría soportar sin protestar, con un algo que sólo puedo llamar estoicismo.

Tus males han sido los míos, cierto. Pero he sido yo quien los ha provocado, dada mi terquedad, mi incansable persistencia en seguir a la búsqueda del definitivo, aquel que venga a resarcirnos, a ambos, de todas las carencias, sinsabores y desconsuelos que a lo largo de nuestra vida juntos, como un solo ser que somos, hemos soportado y penado. Pesares a los que, por increíble que parezca, hemos sobrevivido gracias a una fuerza extraña que no sé si llamar instinto o mero acto reflejo. Y aunque no podría decir que hemos salido incólumes (salvo en el poema, nadie surca el pantano sin mácula, y mejor que así sea: alguna prueba de nuestro paso por este mundo debe quedarnos para cuando las brumas del tiempo hayan borrado la memoria de los días vividos, tengamos un vestigio al cual asirnos y constatar que hemos vivido... a plenitud), no podemos llamarnos derrotados. Aún no. En tanto tu estoico espíritu y mi proverbial terquedad nos mantengan avante -aún en tiempos inciertos e infecundos- seguiremos bregando en busca del amor con mayúsculas… mi querido, noble y, no pocas veces, maltratado corazón…

  

fotografía de Lourdes Almeida, parte de su muestra Sístole y diástole: reabsorción del universo


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07 junio 2010

Año uno


Las letras como representantes del orden de universo tienen un cometido, son la continuidad y la forma, provocan encuentro, son creadoras de días. Los pensamientos están hechos de eso. 




Lo que leemos se va o se queda dependiendo de la experiencia personal solamente pero puede regresar con un renovado poder, ocurre igual con imágenes que detienen en un cuadro la prueba de que la perfección existe o que la vida fue distinta. 

Recuerdo. 


He visto llegar a todo tipo de gente a este lugar.
Algunos escépticos vienen buscando algo que obviamente nunca encontrarán porque va en contra de sus creencias.
Otros idealistas llegan para reafirmar su fuerza interna.
Unos pocos realistas únicamente hacen arribo para tomar un descanso de sus ajetreadas vidas materiales y seguir viviendo con lo poco o mucho que tienen. 


* * *

Acostumbrado a todas las variantes más o menos sutiles de su constante y usualmente discreta compañía, con una suerte de resignación al parecer familiarizada con las formas más comunes en que los sentimientos suelen aflorar y terminan por ser contradictorios ante la presencia de lo inevitable, él no hubiera podido, ni dotado con toda la fuerza de una improbable sensibilidad excepcional, percatarse a tiempo todavía de cómo ella se agigantó de golpe, hasta envolverlo por completo en los últimos años de una manera rotunda e irreversible. 


* * *

Flotando y luchando, como un cometa en un cordón
caigo en cuenta que usted cortó a través de mi traba y cambió todo,
desde abajo usted parecía muy pequeño, pero justamente amé eso mismo

Así que me lanzé hacia arriba tan sólo para deletrear su nombre
cuando vienen y me dicen que usted es un cometa terrible
Yo les digo que estoy orgullosa de su vuelo maravilloso. 


* * *

. . . Hace un minuto que las hélices dejaron de girar. Mis ojos ven un panorama casi simétrico hasta el horizonte. Como siempre, me pregunto qué haríamos los vagabundos del desierto sin la compañía de las estrellas, perdidos en medio de esta inmensidad que siempre se repite. 

* * *


* * *

Empezó a vivir en los sótanos de su propia existencia. Sentía que empequeñecía y se volvía transparente; primero de forma imperceptible, luego con una aceleración peligrosa. Ocupaba un mismo espacio siempre. Nunca pensó en el suicidio porque su rebeldía ante esta extraña situación, estaba dada por sus ganas de vivir. Cerró los ojos y decidió esperar un milagro.
Su vida se compuso. Y fue eterna. Sólo bastó con que el autor de su existencia invocara a su musa, y decidiera de una vez la línea argumental de este personaje secundario.


* * *

Dicen que después de la tempestad viene la calma; hoy ocurrió al revés. Pasado el mediodía, la luminosidad matutina sucumbió ante la grisura y humedad acarreadas por las primeras lluvias de primavera, inesperadas visitantes que sirvieron de aderezo a tu recuerdo. Fue entonces -tras la lluvia- que la presencia de tu ausencia cobró sentido casi por completo; pero aún me faltaba algo y decidí ir en su búsqueda. Por eso a vine a este sitio; es aquí, en medio del paisaje volcánico, al cobijo de la vegetación agreste, donde el refugio de nuestra memoria se mantiene intacto. 

* * *


* * *

Después metimos las manos en las aguas turbias de Siam, mi karma reclamó más locura y me volví incondicional a otra geografía, aquel país pequeño más grande del mundo se volvió pasado pero aún con las coordenadas seguí bajo la sombra de esa bandera rayada. Hoy que apenas te reconozco sopla el viento con el que te fuiste y regresa el olor del Puerto Viejo o las mañanas en la terraza de madera, vuelvo por momentos a aquella noche plena en que vivimos como los tipos que en realidad no somos pero hubiéramos querido ser. 
Estoy feliz pues ya no suspiro, reviso mis días y todo es documento. 

* * *

Este sitio completa su primer círculo que ha sido posible por la dedicación de sus participantes y la gracia de las musas que de repente se esconden, se debe al saber lidiar con lo certero y absurdo, antes que eso a la catarsis de escribir, un ciclo que se cumple cuando el texto es tomado por un tercero que puede además interactuar y hacer contacto.

Todos somos escribidores, literaturos o fotografistas, en cada persona o lugar hay algo digno de ser leído, escrito o visto.


Junio 8
Día 365

03 junio 2010

La del cielo de diamantes





Por MauVenom


‘Yo sí la sé’, afirmó con tal seguridad que provocó silencio y no la ternura propia de su edad.

Celosa de su pensar lo oculta en su risilla de cuento, va sosteniendo el cuaderno de pasta dura donde seguramente garabateó su hallazgo, digna de un respeto que confunde con descuido en su reserva existe la grandeza ausente en el discurso de quien la rodea, sus palabras, así de breves, arrojan un eco de dominio que seguramente trae de otro lugar pues aquí no lo aprendió. Encaja bien en este ambiente de sonrisas suaves que la observan sin entorpecer, anda sola pero no parece necesitar de más, acude a su ventana para conversarle a la jornada y finge distracción si en el descuido es sorprendida con sus invitados intangibles. 

Y no es que la espíe, sólo anhelo entender lo que ella sabe. 

Me pesa que el tiempo a cambio de estatura reclame su consciencia pero reconozco absurdo interrumpir el viaje, ruego en mis adentros que esos ojos permanezcan aunque el hecho reclame descifrar un nuevo idioma, que el frío no opaque ese cristal y su maravillosa descomposición de luz. 

Ingenuo yo, el cuaderno está en blanco, pero aún intuyo que esas hojas sin rostro ocultan la línea de lo simple y complicado. 

No es que nueve años sea poca edad para calcular el universo pero me inquieta la entereza con la que lleva la verdad, porque yo le creo cuando asegura que la sabe. 

Platícame, mujer de silencio, cómo es que te fue dado tal secreto. No. Mejor sigue de frente caminando por el pasto. Yo te veo.

My girl with kaleidoscope eyes*.



Derechos Registrados
Safe Creative
Edit Work: 1006036493013



Imagen: Sad Sally de la colección The Nebulous Kingdom
Anne Julie Aubry

*De Lucy in the Sky with Diamonds