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24 enero 2013

luz.


Por Aparicio.
 


El ciego sueña
con mujeres desnudas
que apagan sus linternas
y manosean su cuerpo.
El ciego sueña lento
Como el agua
las aves
como las piedras.
Las manos del ciego
husmean con olfato de perro
buscando la luz de los objetos.
El ciego escucha las miradas
como zapatillas rojas
verdes
moradas acercándose.
El ciego aprehende los colores
como los guarda-bosques los helechos.
Cuando un ciego te mira
algo de ti
guarda entre sus dedos.





Detalles de la imagen

Isabel de obaldía. Los ciegos de san damián.

542 X 346






21 enero 2013

Perdidos







Me quema  tu sonido ausente  
Tiempo pasado recorrido
Pisadas en mi mente

                    El aroma no recordado

Arde  el  cartílago
Debajo del cerebro,
                     Pensarte húmedo
En mis labios


Recorrer nuevamente
 piel seca, blanca
Hundir mi pezón en la laguna verde
          De tu iris


Olvidamos los eternos
Entre los dedos


           Siempre quedo destazado en el agua
 Salada de mis pestañas


Aun bebo la saliva de tu lengua
    Respiro sonrisa  de los labios que nunca tuve 

                    
Lluvia de sabanas, 
 Al final  solo fuimos peces perdidos...
                                 



  


       

Publicado por
AzzulJazz



10 enero 2013

ESTAR CONTIGO



El sol bosteza su luz sobre la mañana
y se limpia el rostro en una nube en desamparo.

Cae el agua desvaneciendo los rastros de la noche
sobre mi cuerpo destino de tu viaje
y me acomodo el día entre los pasos
para estar contigo.

Dejar el camino en la huella de mi prisa
y que los minutos se deshagan de su horario
pero estar contigo.

Que vuelen los pájaros a destiempo
y las hojas desvistan las ramas de su árbol
pero estar contigo.

Que llueva en el mes de la sequía
y dance la lluvia en su pista de reflejos
pero estar contigo.

Llevarte en mis manos al roce de las horas
abrir el candado de la altura
ventana abierta al beso de la tarde
y colgar la ropa desnuda sin nosotros
para tocar el acorde de tus labios
y la flama de tu vista encendiendo el movimiento.

Se cubre mi piel del templo de tus ojos
y caemos sobre el murmullo del abrazo
somos viento en el eco de la voz
y te contemplo en el cristal delineando tu mirada
mientras la tarde se pierde en los faros de la noche.

Subes al retorno sobre el andén del tiempo
y no puedo ver cuando te alejes
y me quedo con tu nombre
después de estar contigo.

(c)  LUMPENPOETA

03 enero 2013

Vivo sin vivir en mí




Vitral del Convento de Sta Teresa




Vivo sin vivir en mí, 
y tan alta vida espero 
que muero porque no muero. 

Vivo ya fuera de mí 
después que muero de amor; 
porque vivo en el Señor, 
que me quiso para sí; 
cuando el corazón le di 
puse en él este letrero: 
que muero porque no muero. 

Esta divina prisión 
del amor con que yo vivo 
ha hecho a Dios mi cautivo, 
y libre mi corazón; 
y causa en mí tal pasión 
ver a Dios mi prisionero, 
que muero porque no muero. 

¡Ay, qué larga es esta vida! 
¡Qué duros estos destierros, 
esta cárcel, estos hierros 
en que el alma está metida! 
Sólo esperar la salida 
me causa dolor tan fiero, 
que muero porque no muero. 

¡Ay, qué vida tan amarga 
do no se goza el Señor! 
Porque si es dulce el amor, 
no lo es la esperanza larga. 
Quíteme Dios esta carga, 
más pesada que el acero, 
que muero porque no muero. 

Sólo con la confianza 
vivo de que he de morir, 
porque muriendo, el vivir 
me asegura mi esperanza. 
Muerte do el vivir se alcanza, 
no te tardes, que te espero, 
que muero porque no muero. 

Mira que el amor es fuerte, 
vida, no me seas molesta; 
mira que sólo te resta, 
para ganarte, perderte. 
Venga ya la dulce muerte, 
el morir venga ligero, 
que muero porque no muero. 

Aquella vida de arriba 
es la vida verdadera; 
hasta que esta vida muera, 
no se goza estando viva. 
Muerte, no me seas esquiva; 
viva muriendo primero, 
que muero porque no muero. 

Vida, ¿qué puedo yo darle 
a mi Dios, que vive en mí, 
si no es el perderte a ti 
para mejor a Él gozarle? 
Quiero muriendo alcanzarle, 
pues tanto a mi Amado quiero, 
que muero porque no muero. 

Imagen: Wikipedia
Vitral del Convento de Sta Teresa