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23 septiembre 2013

A quien no sobrevivió al naufragio


Algo tiene el mar.
Sus orillas arrojan un destello, 
no el mismo de las tardes soleadas, 
intactas y diáfanas.
Algo que sus aguas pronuncian impasibles,
con la indiferencia de a quien
no le importa el tiempo.
Si al menos nuestros huesos fueran eternos,
podríamos descifrar su lenguaje

y con denuedo resistiríamos al embate de su furia.

19 septiembre 2013

ENTONCES

Las ventanas se cerraron
Quedaron incrustadas en tu piel
Tu mirada  aceituna podrida
Repitió el fin de tu voz…


Viví amando la nada,
                                           ¿Entonces punza el vacío?

Nada existe, vive en mis ojos
Estos que miran los verdes gigantes
De un futuro incierto, de la venida del mar
Hartos de lluvia y de sal.


                                             Las plumas azules

Hieren mi espalda
Gotas de letras  resbalan
Tatuando los huesos de mis vertebras

                                            Libertad empieza a doler

Mis sueños ya no están bajo tus pies
Aprendo en nuevos cielos
El sabor del viento
Derrama paz  en mi garganta


Estas piernas, jadean
cada pétalo del universo
las raíces de mi vientre crecen
                                   ansiosas...



                                         Revolcando mis sudores en cada nube
                                        Tragando la tierra, huella de mis pasos




12 septiembre 2013

Panem nostrum quotidianum



En la esquina de la cama hay una telaraña
donde una mosca - como un fruto seco-
desaparece lentamente entre edredones mortales

La araña la envuelve rápida y profusamente entre sus hilos transparentes,
se soba la pancita y da dos vueltas hacia abajo en su montura
como si trajera un equipo incluido con arnés y vértigo controlado

Se desliza como un patinador profesional, sobre esa seda con gran espíritu campesino,
pareciera bendecir eso que a punto de engullir le ha caido del cielo.


02 septiembre 2013

P. M.



por Ivanius

"¿Madura la tristeza?" Esa fue la pregunta, allá junto a los libros, como a veces se fraguan las ideas.

Urge saberlo, tras de que tantos y tantos textos consagran la decrepitud, el odio y el desprecio, los exabruptos jamás contenidos, los debates que no buscan aprender sino abatir, como si hablar sólo pudiera hacerse por oposición y el otro no fuera partícipe de la misma conversación, de la misma ansia, de la misma búsqueda, sino un objetivo para jugar tiro al blanco.

Sufrir como inseparable gemelo para la dignidad. ¿Es posible, cuando lo indigno es descubrir
—con dolor— que la dignidad parece moneda de cambio, devaluada en la marea de la oferta y la demanda? "No te preocupes: si sabes escribir de lo que sufres, y lo haces bien, tal vez hasta logres un best-seller."

¡Qué imagen! Revestirse de tristeza para sobrellevarla, caer por impulso propio al suelo: no buscando aprender de la caída, sino atormentarse. Sanar por sobredosis.

Todo el bullicio mental se convierte en arruga que el café
—amargo y sin cortar— disimula. Luego el hombre al final de la barra deja junto a la servilleta, húmeda de tinta, el importe exacto del cruasán con exprés, y desaparece con el sol como su sombra.

"P. M.", relato de Ivanius. Texto: © Chanchopensante.com Imagen: Fallen leaves, tomada de Wikimedia Commons.